Hasta los grandes bancos centrales reconocieron que la reactivación de la actividad en China está suponiendo un impulso a la economía global. Incluso el Fondo Monetario Internacional levantó recientemente sus previsiones de crecimiento para el conjunto del mundo hasta el 2,9% en 2023 y en gran parte se debe al despertar de la industria del país asiático.
El motor de este cambio es, sin duda, la reactivación su economía que ha encarecido el precio de los metales industriales en un 8% en apenas dos meses por el aumento de la demanda.
Solo en lo que va de 2023 metales como el cobre o el aluminio suben en torno a un 10% dentro de la Bolsa de Metales de Londres (LME, en inglés). China se apartó de sus políticas de contención de la pandemia en favor del normal desarrollo de su economía y, en medio de los miedos de una contracción del PIB a escala mundial, evitó que economías como la alemana -y por extensión también la europea- hayan postergado la recesión técnica (dos trimestres consecutivos con un recorte del crecimiento del PIB) o incluso eliminó esa posibilidad en el primer semestre del año.

Pero lo que ha salvado a Europa también puede provocar un cambio de tendencia en la evolución de los precios y volver a ver cifras de inflación disparada, como la vista durante el 2022. Una posibilidad que no deja de recordar el Banco Central Europeo, como se pudo escuchar en la intervención de Christine Lagarde de esta semana tras el último alza de tipos de interés en la eurozona. No es para menos, dado que varios bancos de inversión, como Citi, prevén un repunte aún mayor del visto a medida que China aumente el ritmo y desde Goldman Sachs estiman que los precios aumentarán más de un 40% en 2023 a medida que aumente la escasez de suministros. Algo que puede pasar si la demanda vuelve a superar la oferta como ya pasó en la rápida recuperación con la aparición de la vacuna contra el coronavirus.
Todo lo que subió el precio de las materias primas en 2022, a consecuencia también de la guerra en Ucrania, cayó en la segunda parte del año por el ajuste al alza de las políticas monetarias y por los miedos a una recesión. Pero esta tendencia giró de nuevo en forma de ‘V’ a partir de noviembre del año pasado, con el anuncio del fin de las duras restricciones frente al Covid. Ahora, y tras el impulso también en el sector servicios o turístico con la celebración del Año nuevo Chino, la demanda interna y externa invita a los inversores de materias primas a pensar en la reactivación del mercado en todo el globo. Los datos manufactureros (PMI) de diciembre y los vistos también en enero, tanto de Europa como en Estados Unidos, reflejan un repunte que llama a seguir aumentando la producción.